Este pequeño local escondido en una callejuela junto a la catedral de San Pedro ofrece a una cálida bienvenida con propuestas gastronómicas anunciadas en pizarras y que reúnen todos los atributos de una cocina fresca, imaginativa y con una decidida apuesta por la ecología. Dos salas pequeñas dispuestas en dos niveles, con paredes pintadas de gris y blanco, tachonadas con llaves antiguas y fotos en blanco y negro. Plato vegano muy atractivo.
Parfait de foie de ave con compota de cebolla
Quenelle de verduras con salsa de acedera salvaje
El trufón de chocolate negro (sin gluten) y su mousse de chocolate blanco