Resulta imposible no sucumbir al encanto de este lugar que propone una aventura tanto humana como gastronómica. De hecho, la mitad de los empleados son personas con síndrome de Down. Porque “trivializar la diferencia y permitir el encuentro” es el objetivo (logrado) de este restaurante diferente. Una complicidad se crea naturalmente con el personal de servicio. En cuanto a la cocina, no hay nada que reprochar: platos frescos de estilo bistró que siguen las últimas tendencias. Un mobiliario y una decoración muy bien estudiados y unos pedidos simplificados mediante colores.
Crujiente de langostino a la albahaca
Curry verde de suprema de pollo de corral
Bizcocho mi-cuit de chocolate negro intenso